La historia que sigue me la contaron hace un rato, en primera persona. Si muchas otras personas me contaran diariamente cosas así, escribir ficción sería un tanto más sencillo. O mejor todavía: no se podría escribir ficción.
"Esa tarde mi madre estaba un poco peor de salud. Acostada en la cama, me pidió si por favor le preparaba un té. Fui a la cocina, puse agua a calentar. Cuando volví a la habitación, la veo que inclina la cabeza hacia un lado entrecerrando los ojos. No sé por qué le grité: ¿¡Vos no te estarás muriendo, no!? Mi madre abrió los ojos, sonrió: ¡Pero no, che! Fui a la cocina, preparé el té. Cuando volví a servírselo, mi madre estaba muerta".
1 comentario:
eXTRAORDINARIO!
Publicar un comentario