viernes, 10 de septiembre de 2010

Cartas a los Jonquières



Me regalaron el libro la semana pasada. No entiendo por qué las personas que nunca leyeron un libro son, justamente, las más propensas a comprarlos para regalo. El dilema es el siguiente: leer o no leer. La tentación es grande. Lo cierto es que lo tengo acá, al alcance de la mano. (Escribo esto como al azar quizás para no ser leído, sin correcciones y abierto a un desorden sintáctico que abruma. Pienso más que escribo). Si, la tentación… Se llama Cartas a los Jonquières. Firma, supuestamente, Julio Cortázar. Digo supuestamente porque el autor no participó en la edición de su obra. Es razonable: Cortázar murió en el ochenta y cuatro y el libro salió en julio de este año. Son las cartas que Cortázar escribió desde París a Eduardo Jonquières, amigo del escritor. Digo que su nombre está en la tapa del libro, que las cartas son de su autoría, que la prosa es la del mejor Cortázar del mundo, pero que el muerto nunca autorizó la publicación de esas líneas. Que ahora dichas cartas estén editadas en un libro no es más que un mero recurso económico para hacer ricos a un puñado de idiotas. La reseña, desvergonzada, dice: “Además de escribir novelas y cuentos a los que debe su fama, Julio Cortázar se dedicó con igual intensidad a la escritura de una enorme cantidad de cartas, un conjunto que equivale a esa autobiografía que nunca intentó, y que, por su volumen y su riqueza, es una parte fundamental de su creación literaria. Entre ellas se destacan éstas que publicamos ahora, enviadas al pintor y poeta argentino Eduardo Jonquières, a quien lo unieron cincuenta años de amistad. El conjunto es de una extraordinaria importancia porque se da en ellas algo inusual en el autor, que se permite confidencias, consejos y discrepancias: son atisbos al Cortázar más secreto.(…)” . ¿Hasta dónde le podemos sacar el jugo a un escritor? ¿hasta donde podemos desnudarlo y dejarlo como Dios lo trajo al mundo sin una pizca de respeto? Si alguien revisa uno de mis cajones les salto al lomo como un leopardo. “Un conjunto que equivale a esa autobiografía que nunca intentó”. Para mí que no quiso intentarla, no hace falta andar escribiendo autobiografías. “Son atisbos al Cortázar más secreto”. Esta es la parte que más me gusta. Ahora, Julito querido, se te acabaron los secretos.
Ya la publicación de las conversaciones entre Jorge Luis Borges y Bioy Casares (tomadas del cuaderno de Bioy), me pareció una aberración. ¿Alguien se imagina a Borges en pelotas?
Me tratarán de exagerado. Me dirán que es el precio que pagan los grandes personajes, me dirán que está bien que le publiquen absolutamente todo lo que encuentren, que el hombre está muerto, que sería un desperdicio no hacerlo. Yo no sé… por lo pronto este compromiso espantoso de tener el libro y no poder leerlo por una cuestión moral o ética o imbécil. A veces peco, caigo en la tentación, lo abro, leo dos o tres líneas, lo cierro aún saboreando ese pulso melancólico y genial de Cortázar. Pero también me tironea la idea de la traición, que soy un jodido husmeando diarios y cartas ajenas. Estoy entre dos cuerdas, tambaleo como un mamao. Fumo o no fumo. Algo así, algo le pasa a mi cabeza.

L.P.