sábado, 6 de agosto de 2011

No molestar: hombre hibernando

Esto es lo que comúnmente por estas tierras llamamos “estar al pedo”. Ni idea de dónde vendrá esa expresión, ni importa. Pensándolo bien, ni siquiera estoy al pedo, más bien estoy en un estado de hibernación, un estado de oso en la cueva. Pero bueno, en cualquier momento arranco, me digo diariamente, como esperando un empujón, como esperando la carroza o un milagro.
Así que les cuento: hago lo menos posible, sólo algunos trabajos que me dejen el dinero suficiente para comer y pagar impuestos.
Ya pasa, ya pasará.
Por lo pronto nada de escribir, nada de esos trabajos nocturnos que para lo único que sirven es para expropiar horas de sueño. Si no hago nada pensando en mi fututo económico-financiero, menos voy a perder el tiempo escribiendo cuatro pavadas que nadie leerá; salvo ustedes, claro, queridos amigos. Lo peor de todo es que creo que estoy feliz así. Bueno, feliz no debe ser la palabra que mejor se ajuste a este estado de ánimo, pero estoy tranquilo. Esto me preocupa (aunque no se note), porque lo que pareciera ser una etapa de confusión podría convertirse en un estado definitivo. Tampoco me imagino definitivamente en este estado.
Este letargo podría deberse a la proximidad con esos cuarentas, esos que golpean la puerta como tres años más allá mientras yo los espío por la mirilla. Si, esa impresión me da. Uno escucha al que vende chucherías que golpea la puerta del departamento de al lado, y sabe que le va a golpear la propia tarde o temprano, y por más que uno se esconda, por más que no lo atienda, a la puerta la golpean igual.
También puede ser esta ciudad. Mi ciudad es grande y gris. Conserva el espíritu pueblerino de otrora, una capucha que la esconde y la hace tímida. Por ejemplo: imagínense una ciudad-pueblo de cuarenta mil habitantes sin un cine. Con una laguna de treinta kilómetros cuadrados, pero sin un cine. Un laguna con muelles que la adornan, con juncos y gallaretas, pero sin un cine. A mi me gusta el cine, no tanto como el dulce de leche, pero me gusta. ¿Qué hacemos en esta ciudad sin cine? ¿Dónde nos metemos cuando llueve? ¿Para qué nos sirve la laguna cuando llueve? Miro por la ventana de la cotidianidad y en mi pueblo pasa lo que le pasa a mi ánimo: nada de nada.
O puede que sea el invierno, porque para colmo hace un frío al que no me acostumbro, y eso me mantiene el cuello recogido como las tortugas, las manos el los bolsillos, calzoncillos largos…
No es tan malo “estar al pedo”. Pero algo voy a tener que hacer. Por el momento escribo esto, que no es poca cosa después de algunos meses, y confieso que el pulso se me había enfriado (un poco más que de costumbre) y se nota en estas líneas. Un amigo me dijo que debería “disfrutar” mientras escribo, que a él le parecía que no lo hacía y se notaba. Acá te lo digo, a vos, si es que me lees: tenés razón, y creo que voy en camino de cambiar algunas cosas.
PD: para colmo de males escucho a este tipo. El polaco Goyeneche. ¡Cómo te extrañamos, che!

L.P.

7 comentarios:

Fiebre dijo...

Pues no es poca cosa, no...¡y en invierno!

Quizá cuando lleguen esos cuarenta sea todo lo contrario: dejes de ´estar al pedo´ y arranques como una moto.
Están muy mitificados, te lo digo yo...

Mamen dijo...

Yo también tengo etapas como esa tuya, ahora mismo casi estoy en puertas de sentirme así y eso que aquí es verano y me iré unos días y quiero irme y no hacer nada , ni pensar en nada y luego ya veremos, dejaré pasar el tiempo para ver que pasa....Los cuarenta no son tan graves una vez dentro. Me alegra volver a leerte, tus "pavadas" son todo un aliciente.
Un beso.

Anónimo dijo...

Es curioso, ya he experimentado el estado de ànimo (o desànimo) en el que te encuentras, pero yo lo vivì a los 27; asì que no, no creo que se deba a la proximidad de los 40, me han dicho que es -màs que nada- una cuestiòn de actitud. Apenas ahora lo voy entendiendo, levemente. Y sì: ya pasarà.

Otra curiosidad es que, tambièn, vivo en una ciudad que me parece gris y pueblerina. Acà sì tenemos cine, 6 edificios con varias salas cada uno; aunque la verdad es como no tener porque lo que proyectan suele ser sòlo basura hollywoodense (¡imagina: en un cine llevan ya dos semanas proyectando, en 4 salas de 10, la ùltima parte de la saga Potter! :S Y lo mismo en los demàs edificios). Entonces, ¿què hago en una ciudad en la que las salas de cine proyectan basura? Pues leo. Pero vos no me lo pones fàcil, che, si dejas de escribir y encima de todo te sientes còmodo con esta situaciòn. Tù al menos cuentas con una laguna de treinta km2 para sentirte inspirado; yo sòlo tengo a la vista montes que van siendo -ràpida y sistemàticamente- rasurados, cortados y utilizados como superficie para levantar casas habitaciòn de 90 mts2 c/u. Anda, che; sal de tu escondite, dale la espalda a la engañosa comodidad, sièntate frente a la laguna por las noches y, con una copa de vino tinto por toda compañìa, dedìcate a mirar el clon del cielo en el agua y descubre las historias que hay en el fondo del acuoso firmamento que estàn listas para ti, para tu pluma que se extraña.

Por lo pronto, muchas gracias por esta entrada. Da gusto saber que sigues vivo, y que nos tienes en cuenta todavìa :)

<3

Anónimo dijo...

Es este invierno que a pesar de que todavía su frío, su fin se aproxima. Y esperamos la primavera como si de ella dependiera nuestra felicidad. Una felicidades de 3 meses, y a sufrir el calor. La proximidad de los 40 creo que sólo significan los años acumulados, los inviernos, primaveras y veranos acumulados que nos dan permiso a aseverar que esto que acabo de comentar en tan cierto que no dan ganas ni de moverse. Total, ¿para qué?. Cuanto desánimo.

D.Laurencich dijo...

Hombre, ya estoy cerca de los cincuenta y me siento igual, creo que tiene que ver más con el ser un "hijo de Saturno" que con la edad.

Anónimo dijo...

aqui yo, leyéndote de nuevo que entre tu hibernacion sin escribir y mi tiempo que tambien se ha vuelto "lento", voy retomando tus lecturas

me preguntaba interiormente qué tiene de mal estar al pedo, porque hasta donde yo sé es algo que viene y se instala solito sinq uno lo busque, será q a estas alturas dejé de cuestionarmelo porq si debo ser sincera a mi tambien me pasa a veces y no es mortal.

y como viene se va y hasta tiene algo de positivo, como todas las cosas, es un tiempo donde si bien no hay ganas de hacer nada o casi nada fisicamente por ahi es buen momento para mirar para adentro, bueno, usted me entiende

sigo con los otros posteos

saludito

Anónimo dijo...

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