
Hace un tiempo que hojeo Carta a los Jonquieres, el libro de Cortázar, libro al que ya le dediqué una entrada y sin pensarlo se merece esta otra. En la anterior mencioné lo que me costaba leer este libro y ya no voy a hacer hincapié en ello; sólo aludiré que lo tengo sobre esta especie de escritorio y que de vez en cuando lo abro al azar y leo las dos carilla que me regala ese recreo.
En una carta fechada el 10 de enero de 1959 (al pie de la página el editor duda y pone 1960. Yo aquí confiaré en la fecha que puso el escritor), Julio Cortázar escribe desde París, luego de una breve estadía en Argentina, y habla de alguna confusión entre lo que se pondera y lo que se desdeña en la literatura de su país, y que ya no halla valores interesantes dentro del ámbito nacional y los que lo son nadie los ve y demás cuestiones. En eso estaba Cortázar cuando dice: “Descubrí a un cronopio que se llama Manuel Kirschbaum, Un cuento suyo delicioso en Ficción que se llama Gertrudis. Éste sí puede darnos algo, si no opta como la mayoría por vivir de la ya hecho y tomar café hablando de lo que hacen o no hacen los demás”. (Pág.406)
La pregunta surgió sin demasiados preámbulos: ¿quién es Manuel Kirschbaum? No sé otros, pero yo me desespero cuando escritores consagrados hablan de escritores no consagrados y los tratan bien, como futuras promesas, como que “éste sí puede darnos algo”. Busqué información en la Web sobre este tipo. Lo primero que me salió fue “Las diversiones exasperadas, de Manuel Kirschbaum”, en Mercado Libre. A los dos días tenía el libro sobre esta mesa, libro destrozado pero completo, libro con fecha de edición el 12 de enero de 1953 y donde el cuento “Gertrudis”, como suponía y para mi desgracia, no estaba. De cualquier manera lo leí casi de un tirón. El libro presenta una serie de cuentos por demás interesantes que no viene al caso detallar.
Seguí buscando información sobre este escritor, y no hay absolutamente nada que tenga que ver con su biografía, con sus títulos publicados y mucho menos con Gertrudis. En un foro literario encontré una persona que hablaba de él, que lo había conocido y al que Kirschbaum le había prestado otro libro suyo llamado "Prontuario de lo grotesco". Me suscribí al foro y le mandé un mensaje preguntándole sobre Kirschbaun. Transcribo aquí una parte de la conversación que tuve con este hombre:
“Sí, lo conocí de esta manera: compré ese libro (LDE), lo busqué en guía y lo llamé. Yo tendría entonces unos 15 años (tengo 75 ahora). Ya era escritor conocido, grupo de Boedo, en los años 30. Me encontré con él varias veces, nunca en su casa, sino en una oficina que tenía. Se dedicó después a la grafología. Tenía una Escuela de nuevas técnicas Psicológicas en Maipú casi esquina Corrientes. No sé que hay ahora ahí; encima, estoy viviendo en Uruguay. Pero las últimas veces que intenté encontrarlo para obsequiarle un libro que yo había publicado, no había rastros de él. Conocí a su hijo en esa Escuela, pero no recuerdo su nombre de pila. También lo vi una vez con Juan Jacobo Bajarlía, pero Bajarlía ya murió. En fin, parece que se lo olvidó definitivamente... Una lástima”.
Sigo buscando información, pero hasta el momento es en vano. Cortázar habla de Ficción. Yo no sé si es el título del libro que lleva a Gertrudis, —ahora sospecho que sí—, o si es una antología entre varios autores que lleva ese cuento. No encuentro ni siquiera “Prontuario de lo grotesco” en ninguna de las librerías de usados que mandé preguntar, que fueron muchas. Las preguntas son tantas…
¿Qué fue de la vida de Manuel Kirsbaum? Ni la más remota idea, pero entiendo que él jamás supo que Cortázar llegó a ponderar y admirar un cuento de su autoría; que Cortázar, desde París, lo nombraba como una posible salvación de la literatura Argentina. No llego a darme cuenta de que si Cortázar hubiera hecho público esa revelación el destino de Gertrudis hubiese sido diferente, ni sé si merecía la pena. También puede ser que como vaticinó Cortázar, el señor Kirschabaum se haya sentado a tomar café y a hablar de los que hacen y no hacen los demás, puede ser. Lo cierto es que Gertrudis no está por ningún lado, y que Manuel se murió sin suponer, ni remotamente, que tantos años después alguien lo andaría buscando.
L.P.