martes, 24 de septiembre de 2013

Uno

Uno se levanta más o menos bien. Se lava la cara, lleva el nene al jardín, conversa con alguien, va a la obra, organiza un poco el trabajo, pica pared, tira caños de luz, sale, hace compras, vuelve al trabajo, y piensa: un día más o menos bien: lindo, tranquilo, despejado, "normal". Uno tampoco pide mucho. No anda por ahí rogando cambios maravillosos. Uno acepta, se acostumbra, se conforma. Clase media en todos los aspectos: para pensar, para hacer, para ambicionar. Lo justo, digamos. Así uno llega al mediodía a su casa, se hace un café, le da la comida al nene, acaricia un poco al perro lamentando que a las 4 de la tarde no va a poder ver el partido del Barcelona como lo único para reprocharle del día y ¡PUM!, se da cuenta de que algo se ha quebrado como un vidrio; una quebradura que va por debajo, por el fondo, dañando, diciendo acá estoy yo arruinando tu día clase media. ¿Qué fue eso? Uno nunca termina de darse cuenta, ¡PUM!, está ahí, lastimando. Después el día sigue, claro, pero no es lo mismo.

1 comentario:

Mamen dijo...

No te falta razón, has hecho una descripción bastante exacta de lo cotidiano y de esas sensaciones que a veces no sabemos explicar.Genial como siempre don Lucas.