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Hay un preciso e inevitable momento (necesidad fisiológica) en el cual la persona debe abandonar quehaceres —fuesen cuales fuesen, sin distinción de importancias— para dirigirse al baño. Para ello, se debe tener al alcance de la mano (o al menos tener conocimiento del lugar dónde se encuentra) el libro, revista, periódico, manual de intrusiones, etc., que se tenga intenciones de leer en ese momento. Es muy importante contar inmediatamente con el “objeto de lectura”, considerando que una extensa búsqueda puede acarrear consigo infinitas consecuencias. Puede ser un acertado consejo tener una biblioteca sobre una pared inmediatamente anterior a la puerta del baño o, en su defecto, en el interior del mismo.
Una vez dentro del baño con el “objeto de lectura” en la mano, busque un sitio donde apoyar dicho elemento. Un buen lugar puede ser la parte delantera y superior del bidet (dicho sanitario está próximo al inodoro) porque es allí donde el filo del benéfico tiene una curva muy pronunciada y el “objeto” puede mantenerse en equilibrio. Si el sanitario está seco y limpio, se puede usar el interior del mismo como posible lugar de reposo del material en cuestión. Una vez resuelto lo anterior, procederemos a ponernos de espaldas al inodoro, aproximadamente a una cuarta de distancia, con el torso vertical. Ya en esa posición, sin titubear demasiado, procuraremos desnudar la parte inferior del cuerpo, dejando las prendas sobre el empeine de los pies. Cabe aquí la posibilidad de que el sujeto lleve polleras. En ese caso, puede uno remangarla hasta la cintura o, directamente, quitársela. De cualquier modo, es de suma importancia quitarse las prendas antes de sentarse sobre el inodoro. Ya desprovistos de las vestimentas inferiores, procederemos a agacharnos. Para ello no usaremos la forma tradicional, sino que inclinaremos primero el cuerpo hacia delante unos treinta grados, aproximadamente, y luego flexionaremos lentamente las rodillas, hasta que los muslos hagan contacto con la parte superior del inodoro. Con un leve movimiento de cadera acomodaremos el cuerpo sobre la fría superficie. Una vez hecho esto, debemos girar la vista hasta hallar el “objeto de lectura” y estirar el brazo tomándolo con la punta de los dedos. Lleve el objeto hasta delante de los ojos, ábralo donde le plazca leer y luego apoye los codos sobre las rodillas, logrando de eso modo una cómoda posición de lectura.
El período de lectura es, lógicamente, proporcional al tiempo que demande la necesidad. Llegado a este punto, el sujeto comenzará a hacer todos los movimientos mencionados pero en orden inverso.
L.P.